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Discurso del Sr. Juan Somavia,
Director General de la Oficina Internacional del Trabajo

ante la Conferencia Arabe del Trabajo

(Ammán, miércoles 4 de abril de 2001)

Estimados amigos - Sr. Eid al-Fayez, Ministro de Trabajo de Jordania y Presidente de esta reunión; Sr. Guider, Director General de la Organización Arabe del Trabajo, ministros de trabajo y funcionarios de gobierno; delegados de los trabajadores y de los empleadores, señoras y señores:

Ante todo, quiero agradecerles por su invitación. Es para mí un honor dirigirme a ustedes en esta reunión de la Conferencia Arabe del Trabajo, que han denominado "Al Quds Al Sharif". Debo agradecer también al Reino de Jordania, anfitrión de esta reunión.

La OIT fue honrada con la presencia del difunto Rey Hussein en la reunión de la Conferencia Internacional del Trabajo en 1997. En esa ocasión, el Rey Hussein dijo que consideraba que la estructura tripartita de la OIT constituía la esencia de la fortaleza y la continuidad de la OIT en un mundo en evolución. Ahora, en su país, quiero decirles que el tripartismo puede constituir también la fortaleza del mundo árabe.

El Rey Hussein se refirió a los desequilibrios de la economía global y a los desafíos que amenazan lo que millones de trabajadores han logrado conquistar con tanto esfuerzo. Esas palabras siguen teniendo vigencia. Hoy, bajo el liderazgo de Su Majestad el Rey Abdullah, Jordania está transitando por caminos innovadores para avanzar, con la mirada puesta en el futuro, y sigue buscando soluciones creativas que se inspiren en las enseñanzas y los logros del pasado. Este es el secreto de la renovación, de los cambios sin traumatismos y de cómo ser pertinentes en el difícil escenario regional y mundial.

Permítanme decirles cuán importante es para mí, personalmente, estar hoy aquí con todos ustedes, y compartir estos días con mis amigos de la nación árabe. Tengo un profundo respeto por esta región, por esa extraordinaria identidad que ha persistido y sobrevivido a través de los conflictos y las crisis, por la cultura árabe que tanto ha aportado al mundo y al desarrollo de la ciencia y la tecnología, por su significativa historia, y también, por el futuro que están construyendo ustedes hoy y el deseo que tienen de avanzar en medio de las complejidades de nuestra época.

En el desempeño de mis anteriores responsabilidades internacionales, ya sea como Embajador de las Naciones Unidas, como Director de un instituto de investigación o como defensor de la democracia en mi propio país, Chile, he aprendido a apreciar el refinamiento del pensamiento árabe, así como la firmeza de la amistad que me han brindado.

Estoy aquí para trasmitirles un mensaje, como Director General de la OIT pero también como amigo con muchos recuerdos de nuestra cooperación previa, y ese mensaje es el siguiente: la Organización está al servicio de ustedes. Debo decirles también que quiero mejorar y ampliar la forma en que respondemos a las muy diversas necesidades de esta región.

Muchos de ustedes recordarán el intercambio tan animado que tuvimos durante la reunión de la Conferencia Internacional del Trabajo el año pasado. Yo diría que se pareció mucho a las reuniones celebradas en América Latina. Esto me convenció de que podemos hablar e interactuar, no sólo sobre la base de mis responsabilidades como Director General, sino también apoyándonos en la experiencia compartida y el entendimiento mutuo.

Permítanme reflexionar ahora sobre el mundo que nos rodea y la dirección en la cual estamos llevando todos juntos a la OIT.

Compartimos el compromiso de hacer del mundo del trabajo un lugar mejor y de mejorar también la vida de los trabajadores y de sus familias. En todas partes, las mujeres y los hombres se preocupan por el trabajo porque la mayoría de ellos necesitan asegurar su sustento y el de su familia mediante el trabajo.

El trabajo tiene una significación social fundamental: vincula a las personas, las familias, la comunidad y la nación. Actualmente, el trabajo es también una preocupación mundial. Está a la vista de qué manera el desempleo puede menoscabar la calidad de la vida familiar, cómo puede generar violencia en los círculos familiares, afectar negativamente el rendimiento de los niños en la escuela, acercarlos a la delincuencia y las drogas y, en algunos casos, al trabajo infantil. La exclusión del trabajo crea divisiones sociales. En muchos países que carecen de una protección social adecuada, el desempleo deja a las personas y a las familias libradas a su propia suerte.

Las situaciones de crisis agravan todo esto. No tenemos más que ver la crisis humanitaria de la Ribera Occidental y Gaza - con la imposición del cierre de fronteras en medio de las tensiones y el conflicto y el crecimiento exponencial del desempleo - para comprender hasta qué punto, y de tantas maneras, el trabajo es verdaderamente una fuente de paz.

Se trata en verdad de una situación que debe cesar.

¿Cuáles son algunas de las esperanzas que abriga la gente con miras a una vida decente? El trabajo con respeto, dignidad y equidad; la eliminación de la discriminación; la protección cuando es necesaria; la educación para sus hijos; una nutrición adecuada; el acceso a la atención médica, etc. Son aspiraciones humanas absolutamente normales. La gente pierde confianza en las instituciones, tanto públicas como privadas, cuando éstas no son capaces de satisfacer esas necesidades.

Por eso es tan crucial centrarse concienzudamente en forjar sociedades incluyentes. La OIT procura contribuir a este proceso mediante la promoción del trabajo decente para todos. En esta idea combinamos los objetivos tradicionales de la OIT basados en los valores relativos a los derechos en el trabajo y la protección social con los objetivos del crecimiento y desarrollo sostenibles centrados en el empleo, la creación de empresas y el desarrollo de los recursos humanos. El diálogo social tripartito facilita el avance de estos objetivos para plasmarlos en la realidad.

La creación de empleo depende también de la productividad y el crecimiento sostenible en un entorno favorable para la inversión y la creación de empresas, así como de la reglamentación comercial y financiera que puede beneficiar a los países en desarrollo. Son muy numerosos los que piensan que las reglas del juego de la economía globalizada no son justas para los más débiles.

Por supuesto, hay cosas que podemos y debemos hacer a nivel nacional. En todo caso, si la economía global no concede un espacio adecuado al mundo en desarrollo, no será considerada como justa, y los beneficios de la globalización no llegarán a un número suficiente de personas.

Para muchos países árabes, la lucha contra la pobreza es el objetivo más prioritario. Observamos que en promedio - en algunos lugares más en otros menos - los niveles de pobreza han aumentado a alrededor del 20 por ciento de la población total de la región, y los índices de desempleo y subempleo se sitúan en aproximadamente el 14 por ciento de la fuerza de trabajo. Ahora bien, el trabajo decente ofrece un marco de objetivos prácticos para luchar contra la pobreza. Como ustedes saben, hay ahora un amplio reconocimiento, incluso por parte del Banco Mundial, de que la pobreza no puede asimilarse únicamente a las privaciones materiales. Combatir la pobreza implica también ampliar las capacidades y las oportunidades, así como lograr el respeto y la dignidad. Como programa de acción para el desarrollo, el trabajo decente abarca tanto los aspectos materiales como los aspectos inmateriales de la pobreza.

También supone el respeto de la diversidad y de las prioridades particulares de cada país y región. Esto es algo muy necesario en el mundo de hoy, dado que la globalización parece implicar la homogeneización de culturas. Esto significa que cada sociedad, en cada nivel de desarrollo, puede fijar y aplicar normas de "decencia" en lo relativo a los derechos en el trabajo, el empleo, la protección social y el diálogo social en el contexto de su propia realidad.

Los valores mínimos del trabajo decente no son estáticos, sino que avanzarán junto con el progreso social.

Ahora bien, en la actualidad hay un gran déficit de trabajo decente en la economía globalizada.

Para empezar, la brecha del empleo es enorme. Se calcula que hay en el mundo unos 160 millones de personas visiblemente desempleadas, y se necesitan 500 millones de nuevos empleos en los próximos 10 años para absorber los nuevos ingresos en el mercado laboral e incidir mínimamente en el desempleo. Paralelamente al desempleo y el subempleo de los adultos, hay 250 millones de niños trabajando, y decenas de millones de ellos están sujetos a las peores formas de trabajo infantil.

Los países árabes son plenamente conscientes de esta brecha. El desempleo y el subempleo son cuestiones importantes con las que ustedes están lidiando. Con una tasa de desempleo juvenil de alrededor del 40 por ciento, la necesidad de crear empleo para los jóvenes - quienes a menudo están desempleados a pesar de tener calificaciones - es una de las mayores preocupaciones en la región. Permítanme señalar que el empleo de los jóvenes es una cuestión a la cual la OIT presta especial atención. Estamos participando activamente en la red de políticas de alto nivel sobre el empleo de los jóvenes, creada por iniciativa del Secretario General de las Naciones Unidas para formular recomendaciones con miras a promover el empleo de los jóvenes en el marco del seguimiento de la Declaración del Milenio de las Naciones Unidas. Quiero invitarlos, a ustedes y a las instituciones de la región, a unirse a nosotros en este esfuerzo destinado a lograr que la creación de empleo para los jóvenes sea una prioridad política en el temario mundial. Se trata de un ámbito en el cual los conocimientos y la experiencia técnica de la OIT están al servicio de ustedes. En Egipto, por ejemplo, ya contamos con una serie de iniciativas para promover el empleo de los jóvenes.

Para colmar la brecha del empleo es necesario examinar políticas e instituciones en ámbitos tales como la educación y la formación, la inversión y el desarrollo de las empresas, especialmente las medianas y pequeñas empresas y las microempresas donde se crea la mayoría de los nuevos empleos. Otro de los desafíos a los que nos enfrentamos consiste en aprovechar las oportunidades digitales en relación con la educación y la formación, la inversión, las nuevas actividades productivas y la comercialización, y en utilizar las nuevas tecnologías para establecer vínculos entre la economía formal y la economía informal.

Hemos estado colaborando con ustedes para hacer frente a estos desafíos. En Yemen y la Ribera Occidental, por ejemplo, nuestra asistencia se ha centrado en el desarrollo de políticas de empleo. Aquí, en Jordania, hemos proporcionado apoyo a la formación empresarial para microempresas y pequeñas empresas. En el transcurso de este año emprenderemos actividades operacionales en Egipto y Argelia en el marco del programa Empleos para Africa. Estamos ayudando a países como Mauritania a incorporar el tema del empleo en los documentos de estrategia de lucha contra la pobreza de las instituciones de Bretton Woods. Es positivo, en este sentido, que dichas instituciones hayan reorientado su labor, la cual ya no se centra en el ajuste estructural sino en la reducción de la pobreza, porque ésta es la meta acertada en la esfera de las políticas. No obstante, siguen todavía descuidando la importancia del empleo como factor clave para combatir la pobreza.

El programa Empleos para Africa está colaborando con el Programa InFocus sobre Respuesta a las Crisis y Reconstrucción para ayudar a enfrentar determinadas crisis, como, por ejemplo, las repercusiones de la sequía en Sudán. Los discapacitados han constituido un grupo especial de beneficiarios en el marco de un enfoque incluyente; a ese respecto, hemos participado en programas que se llevan a cabo en Iraq, Siria, la Ribera Occidental y Gaza.

En los países de la región árabe se ha registrado un aumento considerable de la participación femenina en la fuerza de trabajo y las mujeres contribuyen cada vez más a los ingresos familiares. La igualdad de oportunidades y de trato en el empleo es uno de los puntos incluidos en el programa por tratarse de una cuestión inherente al potencial productivo que está relacionada también con los derechos de los trabajadores y la dignidad personal. Este es uno de los temas que han sido objeto de nuestra cooperación. En Qatar, por ejemplo, hemos llevado a cabo un programa destinado a las pequeñas empresas dirigidas por mujeres, y en Yemen y Egipto hemos colaborado para promover estrategias y actividades relativas a las oportunidades de empleo para las mujeres.

La evolución del mercado de trabajo requiere también una búsqueda colectiva de nuevas soluciones para los trabajadores con responsabilidades familiares. Por eso vamos a lanzar ahora un proyecto regional sobre "la creación de capacidad en materia de género, pobreza y empleo, con el fin de promover el trabajo decente para las mujeres", en colaboración con el Centro de Información e Investigación para la Mujer Arabe, instalado en Túnez. Este proyecto constituirá un aporte importante con miras a promover el trabajo decente para las mujeres de la región.

En la economía global no sólo se desplazan los productos y los capitales, sino también la gente, que experimenta en muchos casos trastornos como consecuencia de la globalización. En este contexto, las repercusiones de la migración aumentan la diversidad de esta región: mucha gente se va para buscar trabajo en otras partes, mientras que otros llegan aquí, procedentes de distintas regiones, en busca de trabajo. Ahora bien, sea donde sea, los trabajadores migrantes son con frecuencia muy vulnerables, desempeñan a menudo trabajos mal remunerados y son en muchos casos objeto de discriminación. Asimismo, se observa una tendencia cada vez más marcada a la migración entre países en desarrollo.

Los migrantes han contribuido al desarrollo de los países de la región. El trabajo de los migrantes aporta también al sustento de los hogares, las familias y las economías en sus países de origen. Son dignos de elogio los países de la región que están reconociendo lo importante que es establecer condiciones adecuadas para la mano de obra migrante y están colaborando a tales efectos con la OIT. Así, por ejemplo, a solicitud del Gobierno de Kuwait, se está emprendiendo una encuesta pionera sobre sistemas de contratación de mano de obra migrante, cuyos resultados proporcionarán orientaciones para la acción futura. En Jordania y Bahrein se están llevando a cabo también dos estudios piloto sobre las pautas del empleo de las mujeres migrantes.

He destacado la importancia de contar con información, conocimientos y estadísticas a los que se pueda acceder fácilmente. Esta es la base para formular políticas bien fundadas. En mis propuestas de presupuesto para la OIT he destacado la necesidad de reforzar nuestra base de conocimientos. Se trata de un ámbito en el cual tenemos que hacer un gran esfuerzo, y estamos colaborando también con ustedes para atender las necesidades de la región a este respecto. Estamos trabajando asimismo a nivel nacional en Yemen, Bahrein y Líbano para mejorar la información sobre el mercado de trabajo. En el plano subregional estamos colaborando en este ámbito con los países del Consejo de Cooperación del Golfo, y en el plano regional con la Organización Arabe del Trabajo.

He reiterado muchas veces que el empleo es una cuestión vital en relación con el trabajo decente. Sin trabajo, no puede haber derechos de los trabajadores. Ahora bien, así como hay una brecha del empleo a nivel mundial, hay también una brecha con respecto a los derechos, la participación y el diálogo.

En 1995, la Cumbre Mundial sobre Desarrollo Social, celebrada en Copenhague, definió la base social de la economía global como aquélla constituida por los convenios de la OIT que abarcan cuatro principios fundamentales: la libertad sindical y de asociación y la negociación colectiva; la libertad con respecto al trabajo forzoso y a la discriminación, y la abolición del trabajo infantil. Estos principios están reflejados en la Declaración de la OIT relativa a los principios y derechos fundamentales en el trabajo, de 1998, y en el Pacto Mundial del Secretario General de las Naciones Unidas.

Estos derechos deben aplicarse en todos los casos, independientemente de los niveles de desarrollo. Se trata de derechos que facultan para la acción y que son parte integrante de un programa moderno de desarrollo basado en la responsabilidad nacional y la legitimidad social. Consideramos también que, en general, producen un dividendo económico.

Tenemos que hacer realidad los principios y derechos fundamentales. Por eso, es sumamente alentador observar los signos de progreso que hay al respecto en los países de la región. Valoro pues, el diálogo sobre la Declaración de la OIT - con inclusión de la libertad sindical y de asociación - que han entablado los países del Consejo de Cooperación del Golfo entre sí y también con la OIT. En los próximos meses, está previsto realizar una mesa redonda durante la reunión de la Conferencia Internacional del Trabajo, en junio, así como una reunión que tendrá lugar en Bahrein, en octubre. En este contexto de diálogo constructivo me complace tomar nota de la decisión positiva del Consejo de Ministros de Arabia Saudita de crear comités de los trabajadores.

Seguimos estando a disposición de todos los países de la región para proporcionar servicios de asesoramiento con el fin de mejorar la comprensión de los convenios y promover la ratificación de los mismos. También estamos dispuestos a ofrecer asistencia para ayudar a los gobiernos a cumplir con sus obligaciones de presentar memorias relativas a la Declaración.

Quiero agradecerles por la respuesta tan positiva que han dado ustedes a la campaña mundial en pro de la ratificación del Convenio núm. 182 sobre las peores formas de trabajo infantil. El ritmo de ratificación del Convenio núm. 182 es el más elevado de toda la historia de la OIT. Contamos ya con unas 70 ratificaciones, lo cual refleja un verdadero compromiso mundial para actuar en este ámbito. Permítanme aprovechar esta oportunidad para exhortarles a que den el paso siguiente, esto es, que formulen compromisos para erradicar las peores formas de trabajo infantil en un plazo que debe fijar cada país. La República Unida de Tanzanía, El Salvador y Nepal ya han decidido proceder así. Me complace recordar que en el trascurso aproximado del último año pudimos emprender una serie de nuevos proyectos del IPEC en la región, concretamente en el Líbano, Yemen y Jordania. A mi juicio, esto traduce el compromiso de ustedes de actuar en ese sentido.

Quiero añadir a esto mi propio compromiso personal de trabajar con ustedes para mostrar lo que podemos hacer todos juntos. Hay que destacar un hecho singular: no hubo un solo voto en contra del Convenio núm. 182, y ahora observamos su rápida ratificación. Las sociedades tienen así la oportunidad de unirse en torno a una causa común y poner fin a los abusos que simplemente no pueden tolerarse. No perdamos pues esta oportunidad de actuar.

En el discurso que pronunció en 1997, el Rey Hussein mencionó la importancia del "diálogo democrático pacífico". Para poder entablar un diálogo, es necesario que la gente cuente con libertad para constituir las organizaciones que estime conveniente, celebrar negociaciones colectivas, defender sus intereses y negociar fórmulas de transacción.

La OIT es la organización del diálogo por excelencia. Es la única organización internacional en la cual los gobiernos, los representantes de las empresas y los trabajadores participan en pie de igualdad. Ustedes forman parte de esta estructura y, todos juntos, tenemos que utilizar la fuerza de nuestra estructura tripartita para hacer participar a otros actores en un diálogo encaminado a impulsar el progreso social. Tenemos que actuar de común acuerdo para promover una cultura del diálogo allí donde ésta no exista; tenemos que promover el diálogo como un instrumento de paz, un canal de inclusión y un mecanismo para garantizar la estabilidad.

A este respecto, considero positivos los resultados de la Reunión Interregional para Estados Arabes sobre la promoción del tripartismo y el diálogo social, que tuvo lugar el pasado mes de octubre en Beirut, y la propuesta de Argelia de proceder al seguimiento de la misma organizando un acontecimiento euro-árabe sobre el diálogo social, lo cual brinda una excelente oportunidad para un rico intercambio de experiencias. También estamos preparando y poniendo en práctica actividades específicas por país que ayudarán a las organizaciones de empleadores y de trabajadores a actuar como interlocutores más eficaces en relación con las principales cuestiones sociales y laborales de hoy en día.

Por último, hay también una brecha en materia de protección a la cual cabe referirse particularmente en vista del tema de esta reunión. La protección social es la clave para las sociedades incluyentes y la cohesión social. También es pertinente desde el punto de vista económico, ya que estimula la productividad. En períodos de crisis y recesión, la protección social desempeña un papel vital como estabilizador de la demanda básica de los consumidores. Además, ayuda a evitar las tensiones y los conflictos sociales que suponen también una amenaza para la inversión. Es un elemento clave para asegurar la flexibilidad: cuando la gente sabe que cuenta con cierta protección y que se presta asistencia para encontrar una forma de volver al empleo, también tiene más confianza en el sistema y puede ser más productiva. Por ende la protección social no implica solamente costos, sino que es también un factor productivo.

La OIT calcula que tan sólo un quinto aproximadamente de la población mundial tiene acceso a una protección social adecuada. En algunas regiones, alrededor del 90 por ciento de la población está excluida. La mayoría de los países árabes se encuentran en una posición intermedia. Cuando hablamos de protección social hablamos también de seguridad y salud en los lugares de trabajo. Por eso, estamos prestando asistencia a Siria, Líbano y Yemen en el ámbito de la seguridad y salud en el trabajo.

La OIT se propone apoyar los esfuerzos de los países árabes no sólo para ampliar la cobertura de la protección social sino también para aumentar su eficacia. La calidad de la gobernanza es un elemento crucial para fomentar la confianza del público en los sistemas de seguridad social. Una de las salvaguardas más importantes de la buena gobernanza es la participación de los representantes de los trabajadores y de los empleadores en los consejos de dirección de las instituciones de seguridad social, tal como se pide en los convenios de la OIT relativos a la seguridad social. La calidad de la legislación es otro factor clave para garantizar que la gente pueda percibir las prestaciones correspondientes y seguir asegurándose un nivel de vida decente para sí y para su familia. Por eso, esperamos proseguir nuestra colaboración con los países de la región con miras a la reforma de los regímenes de seguridad social.

Una de las mayores dificultades con que se enfrenta la protección social es consecuencia de la creciente informalización del empleo y del hecho de que, durante cierto tiempo, seguirán siendo muchos quienes se procuren su sustento en la economía informal. Los trabajadores de la economía informal necesitan protección al igual que los de la economía formal. Para ello se requieren nuevos enfoques y políticas y, como sabemos, hay muchas iniciativas encaminadas en esa dirección. Esta reunión tendrá también que considerar y formular respuestas prácticas e innovadoras para hacer frente a esta cuestión. La OIT está dispuesta a trabajar con ustedes respecto de las prioridades que establezcan ante esta realidad, ya que la economía informal tiene hoy tal magnitud que determina la experiencia de una gran proporción de trabajadores de todo el mundo, así como la de sus familias. Tenemos, pues, que encontrar formas de atender a sus necesidades. Este es el principal desafío para la protección social.

Este año la seguridad social es uno de los temas del orden del día de la Conferencia Internacional del Trabajo. Estoy seguro de que las deliberaciones de esta reunión enriquecerán en gran medida las labores de la Conferencia.

Esta región tiene también su cuota de agitación. La búsqueda de la paz basada en la justicia social es como ustedes saben, uno de los cometidos de la OIT desde sus orígenes. Esta misión sigue siendo tan pertinente hoy como ayer. Por eso les exhorto a que promuevan estos valores de la OIT. No pretendemos, por supuesto, que nuestro programa sobre el trabajo decente pueda traer de por sí la paz, pero sí podemos decir que debe formar parte de una solución que dé lugar a una estabilidad económica y social duradera.

En estos momentos, al hablar de paz y de conflictos, la situación de la Ribera Occidental y de Gaza deben ocupar un lugar primordial entre nuestras inquietudes. La situación crítica de los trabajadores palestinos y de sus familias supone una muy seria responsabilidad para la OIT y, como Director General, me comprometo a asumir esa responsabilidad. Nuestros mandantes palestinos saben esto puesto que yo se lo he dicho personalmente. El pasado mes de noviembre invité a una delegación tripartita palestina a venir a la OIT. En esa ocasión me referí a la evolución de la crisis humanitaria y también al crecimiento explosivo del desempleo y la imposibilidad para muchos trabajadores de llegar hasta su lugar de trabajo para poder satisfacer las necesidades básicas de su familia. Quiero agradecer ahora a los gobiernos que han apoyado nuestros esfuerzos para asistir a la Autoridad Palestina en un contexto tripartito, me refiero concretamente a los Emiratos Arabes Unidos, Francia e Italia. También he destinado fondos de nuestros recursos para poner de manifiesto nuestro compromiso en este sentido.

Tenemos información directa de la situación, ya que hemos efectuado misiones durante la crisis actual, la última de ellas hace tan sólo dos semanas. Queremos poder proponer programas de cooperación técnica adaptados específicamente a esta situación sin perder de vista los objetivos a mediano y largo plazo. El conjunto de programas que estamos considerando actualmente se centra en los temas siguientes: creación de empleo y generación de ingresos a nivel de la comunidad; readaptación profesional de los discapacitados y los jóvenes con necesidades especiales; formación profesional y desarrollo de las calificaciones; trabajo infantil; análisis y supervisión del empleo; protección social y fortalecimiento de la capacidad para ayudar a los interlocutores sociales a responder ante la crisis.

Para poner en práctica estos proyectos estamos examinando la mejor manera de asegurar una presencia técnica de la OIT en la Ribera Occidental. Estamos trabajando en esto junto con el PNUD y también en coordinación con la comunidad de donantes. Ninguno de nosotros subestima las dificultades que supone actuar en las presentes condiciones y tampoco será fácil hacerlo incluso cuando la situación se calme; no obstante, la OIT ha de persistir en su intento. La crisis actual menoscaba los logros y la sostenibilidad de las acciones anteriores e interfiere también en la capacidad de nuestros homólogos palestinos. Por esos debemos prestar todo el apoyo posible para poner fin a esta crisis. Debemos prepararnos para pasar de una acción de urgencia a una acción destinada a fomentar el desarrollo sostenible cuando llegue el momento. Por ahora, la mayor prioridad consiste en abrir las fronteras para que los trabajadores palestinos puedan ir a sus lugares de trabajo.

Asimismo, se está proyectando enviar una misión a los territorios ocupados para reunir la información que servirá de base para el Informe que presentaré a la reunión de la Conferencia, en junio, sobre la situación de los trabajadores en los territorios árabes ocupados. De acuerdo con una decisión tomada por el Consejo de Administración en su última reunión, habrá una sesión especial para considerar dicho Informe en la 89.ª reunión de la Conferencia Internacional del Trabajo. La Oficina actuará al respecto de conformidad con los procedimientos establecidos.

Permítanme concluir diciendo que la OIT está dispuesta a trabajar con la región árabe para crear oportunidades de empleo, promover los derechos en el trabajo, ampliar la protección social y apoyar el diálogo constructivo. También estamos preparados para prestar asistencia en las situaciones posteriores a la crisis tal como lo hemos hecho en el pasado. En Líbano, por ejemplo, tras una conferencia y una misión que tuvieron lugar el pasado mes de julio en el sur del Líbano, hemos iniciado dos programas piloto en espera de la aplicación de un programa en mayor escala.

En la última reunión del Consejo de Administración de la OIT, los representantes de la Organización Arabe del Trabajo instaron a que se reforzara la cooperación con los países de la región árabe, con inclusión de la Ribera Occidental y Gaza. Haremos todo lo posible por responder a este pedido. Como ya he dicho, somos conscientes de la gran prioridad que atribuyen ustedes a las políticas de empleo con especial referencia a los jóvenes, las mujeres, los trabajadores migrantes y los nacionales. Se requiere un diálogo constructivo sobre la promoción de los derechos fundamentales que también debe ser el elemento central de nuestra asociación y nuestros futuros programas de cooperación. El seminario regional sobre la cooperación técnica para promover el trabajo decente en el mundo árabe, que tendrá lugar en octubre de este año, brindará una excelente oportunidad para examinar las futuras prioridades de la cooperación técnica y proporcionar una base para la movilización de recursos destinados a financiar las actividades en la región.

Por último, quiero decirles que comprendo perfectamente la importancia que atribuyen al uso del idioma árabe en las actividades de la Oficina. La limitación de recursos obstaculiza en gran medida nuestra capacidad para responder a los pedidos en ese sentido, tal como ustedes quisieran, pero les aseguro que estamos tratando de hacerlo. También estamos examinando con la OAT una serie de importantes Publicaciones de la OIT con la perspectiva de publicarlas en árabe y estamos preparando además un sitio Web en árabe. Asimismo, estoy analizando detenidamente la situación por lo que atañe al empleo en la OIT de nacionales de los Estados árabes.

Permítanme terminar diciendo que deberíamos ser ambiciosos en lo relativo a nuestra cooperación. Tenemos un compromiso común en cuanto a las cuestiones planteadas y la responsabilidad de actuar al respecto. Tenemos ante nosotros los rostros de los pobres que no preguntan: "¿quién se preocupa por nuestros problemas?"; son ellos quienes nos imponen esa responsabilidad. Es necesario encontrar vías para que la economía global satisfaga sus necesidades; sin embargo, el sistema multilateral sigue estando fragmentado y funcionando por debajo de su capacidad.

Yo creo que el Programa de Trabajo Decente tiene el potencial necesario para reunir a quienes quieren poner término definitivamente a la globalización y a quienes piensan que debe continuar como hasta ahora. Este programa es el producto de una discusión tripartita y, por lo tanto es un programa equilibrado que refleja las realidades de todos los mandantes de la OIT. Hacer realidad este programa puede contribuir en gran medida a la comprensión mundial y a la paz.


Puesto al día por SG. Aprobada por JM. Ultima actualización: 12 de agosto de 2001.