Publicado en enero 2018 · Actualizado en marzo 2018
La brecha de género en el empleo: ¿qué frena el avance de la mujer?
Encontrar trabajo es mucho más difícil para la mujer que para el hombre en todo el mundo. Cuando la mujer trabaja, suele hacerlo en puestos de baja categoría y en condiciones de vulnerabilidad, y se prevé pocos avances a corto plazo.
Explore esta InfoStory y los datos que sustentan estas tendencias, y conozca más a fondo los distintos obstáculos que impiden que la mujer consiga un trabajo decente.
Una brecha mundial
Cuando una persona trabaja o busca activamente trabajo, se dice que forma parte de la fuerza de trabajo.
El índice actual de participación de las mujeres en la población activa en el mundo se aproxima al 49%. En cambio, el de los hombres es del 75%. Por lo tanto, existe una diferencia de casi 26 puntos porcentuales y, en algunas regiones, la disparidad supera los 50 puntos porcentuales.
Desempleada o vulnerable
A la mujer que desea trabajar le resulta más difícil conseguir empleo que al hombre. Este problema caracteriza en especial a los países de África del Norte y los Estados Árabes, en los que el índice de desempleo femenino supera el 16%.
Si bien el empleo vulnerable es generalizado tanto para la mujer como para el hombre, la mujer tiende a tener una presencia excesiva en determinadas clases de empleo vulnerable: hay más probabilidades de que el hombre trabaje por cuenta propia, en tanto que la mujer suele ayudar en tareas del hogar o negocios de familiares.
¿Por qué debería preocuparnos la brecha de género?
La libertad de trabajar, por decisión propia y en condiciones de dignidad, seguridad y equidad, es esencial para el bienestar humano. Garantizar que la mujer goce de este derecho es un objetivo importante en sí mismo.
Desde una perspectiva económica, la reducción de la brecha de género en la participación en la población activa podría aumentar considerablemente el PIB mundial.
Las regiones con mayor desequilibrio de género apreciarían los beneficios de una gran expansión. Muchos países desarrollados observarían también el aumento del crecimiento medio anual de su PIB, fundamental en épocas de expansión económica casi nula.
¿Qué quiere la mujer?
La OIT y Gallup se asociaron para preguntar a mujeres de todo el mundo si preferían tener un puesto de trabajo remunerado, cuidar a sus familiares, o ambas cosas a la vez. Los datos indican que, independientemente de su situación laboral, un notable porcentaje del 70% de mujeres prefiere tener un trabajo remunerado.
El poder de la preferencia de la mujer
En países de todos los niveles de desarrollo económico, la preferencia personal de la mujer es un factor clave para determinar si buscará y ejercerá un trabajo remunerado. Ahora bien, esta preferencia está muy influida por las restricciones socioeconómicas y la presión para adaptarse a los roles tradicionales en función del sexo.
Desafíos persistentes
- Roles en función del sexo
- Conciliación de la vida laboral y la vida familiar
- Falta de medio de transporte
- Falta de servicio de cuidado asequible
Roles en función del sexo
Los roles en función del sexo y las presiones a la mujer para adaptarse a esos roles varía en función de las regiones, las religiones y los hogares. Una de las formas de presión para cumplir los roles se manifiesta a través del estado civil. Por ejemplo, en las economías emergentes y desarrolladas, hay menos probabilidad de que la mujer con cónyuge o pareja tenga un trabajo remunerado o busque uno intensamente.
Esto es a menudo el resultado de la estabilidad económica de los ingresos de la pareja que refuerza el prejuicio relativo al “sostén de la familia masculino” de algunos acuerdos matrimoniales.
En los países en desarrollo sucede lo contrario: la necesidad económica en la región deja pocas opciones a la mujer aparte de trabajar independientemente de su estado civil.
Conciliación de la vida laboral y la vida familiar
En general, tanto hombres como mujeres dan cuenta de que el obstáculo mayor para que la mujer tenga un trabajo remunerado es el esfuerzo que supone conciliarlo con las responsabilidades familiares.
Tareas como cuidar a los niños, limpiar y cocinar son necesarias para el bienestar del hogar y, por lo tanto, para el bienestar de la sociedad en su conjunto, pero la mujer sigue cargando con la mayor parte de esta labor a menudo invisible e infravalorada.
Falta de medio de transporte
En los países emergentes y en desarrollo, para el pequeño porcentaje de mujeres que señala que se ve afectado por este problema, el factor que representa un mayor desafío es la falta de un medio de transporte seguro y accesible.
Con demasiada frecuencia, en su trayecto diario de casa al trabajo, la mujer corre el riesgo de ser víctima de acoso, e incluso de agresión sexual.
Falta de servicio de cuidado asequible
A escala mundial, la falta de un servicio de cuidado de los hijos o miembros de la familia asequible es un obstáculo tanto para la mujer que busca trabajo, como para la que tiene un trabajo remunerado.
En efecto, este elemento disminuye sus posibilidades de participación en casi 5 puntos porcentuales en los países en desarrollo, y en 4 puntos porcentuales en los países desarrollados.
La presión para adaptarse a los roles
Todavía hay muchas personas que consideran inaceptable que la mujer tenga un trabajo remunerado fuera del hogar: para ser exactos, a escala mundial, un 20% de hombres y un 14% de mujeres. Numerosas mujeres indicaron que sus familiares directos desaprobaban su decisión de trabajar fuera del hogar.
Cómo cerrar la brecha
La igualdad de remuneración por trabajo de igual valor debe protegerse en la legislación y promoverse en la práctica. Una mayor transparencia salarial y una evaluación del trabajo neutral respecto del género, sumado al fortalecimiento de los regímenes vigentes, como la negociación colectiva, pueden contribuir a lograr este objetivo.
La mujer tiende a tener una presencia excesiva en empleos considerados no especializados y de “bajo valor”, en especial en la prestación de cuidados. Los sistemas educativos, de sensibilización de la población y evaluación del puesto de trabajo pueden contrarrestar las ideas preconcebidas acerca del valor de determinadas clases de trabajo.
Muchos países cuentan con legislación expresa contra la discriminación y el acoso por razón de género en el trabajo; aunque esto es importante, no es suficiente. Para eliminar la discriminación es esencial tomar medidas adicionales, como recursos eficaces, sanciones disuasorias, establecimiento de organismos especializados y campañas de sensibilización de la población.
Gran número de mujeres y hombres no tiene acceso a una protección de la maternidad idónea ni a la licencia parental y de paternidad remunerada. Para realizar reformas en materia de políticas se debe tomar nota de que, en la actualidad, la mujer es quien asume la mayor parte de las tareas domésticas y familiares no remuneradas.
Los servicios de asistencia, en los que la mujer tiene una presencia excesiva, tienen un largo historial de reglamentación deficiente. Es esencial promover el trabajo decente para los profesionales en este sector, comprendidos los trabajadores domésticos y migrantes. También debe redistribuirse estas tareas mediante el establecimiento de servicios públicos.
Debido a la mayor probabilidad de ocupar un puesto de trabajo vulnerable o informal, las crisis económicas repercuten de forma desproporcionada en la mujer. Las medidas de salvaguardia frente a las consecuencias de la contracción de la actividad económica han de complementarse con políticas que tengan en cuenta la perspectiva de género.
Soluciones más racionales
Los datos son claros: la mujer desea tener un empleo remunerado, pero una serie de obstáculos socioeconómicos persistentes la mantiene al margen de la fuerza de trabajo. Determinar y cuantificar esos obstáculos nos permite elaborar políticas estructuradas más racionales para eliminarlos.
En definitiva, superar el desequilibrio de género en la fuerza de trabajo no solo beneficia a las mujeres y sus hogares, sino también a la economía mundial en su conjunto.